Ser un “buen amigo” tiene muchas definiciones, seguramente se te ocurrieron muchísimas; y si te propongo que pienses que es lo que buscás en un amigo la lista sería interminable. Es fácil decir y enumerar lo que buscamos en otras personas, pero pocas veces nos preguntamos si cumplimos con todos esos “requisitos” que pedimos.

Estamos viviendo en una sociedad muy egocéntrica (lamentablemente), donde primero importo yo, segundo yo y, por último, los demás. Pero… ¿realmente debe ser así?

Nos encontramos cada vez más con personas que se sienten solas, aún nosotros mismos.  Sin embargo, seguimos ocupados en nuestros deseos, sueños, metas, que no está mal tenerlos, pero lo que sí está mal es ver que “el otro” necesita ayuda y que no se la brindamos porque es “su” problema, no el nuestro. Nos enojamos, angustiamos y hasta lloramos cuando no nos ayudan, cuando no nos comprenden. Pero es más fácil que “el otro” cambie para cumplir mi estereotipo de amistad a que yo renuncie a actitudes para poder relacionarme con los demás.

Esas palabras que alguna vez prometimos pierden su significado. Olvidamos que un amigo está en las buenas y en las malas, no importa si debo renunciar o cambiar actitudes para ayudar. Dejemos de pretender que nuestros amigos piensen igual que nosotros porque justamente se trata de ser diferentes. Un rompecabezas se arma porque sus piezas son distintas, así son las relaciones. Se trata de esforzarnos en ser buenos amigos y no esperar que los demás lo sean.

Evaluemos nuestra vida, ¿Qué clase de amigo soy? ¿Soy un buen amigo? No es fácil lograrlo, pero tampoco es imposible.

Empecemos a preocuparnos más por nuestro entorno, nuestros amigos. No olvidemos que cualquier relación se construye de a dos.

rocio.aguirre@sdrlive.com.ar

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